" Mon petit bloc neix com a part pràctica dels meus estudis d'Educació Infantil. Un cop finalitzats, segueixo endinsant-me en el mon dels infants i prenent apunts en el meu petit bloc de notes online" Marta.

"Mon petit bloc nace como parte práctica de mis estudios de Educación Infantil. Una vez finalizados sigo adentrándome en el mundo de la infancia y tomando notas en mi pequeño bloc de notas online" Marta.

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dilluns, 14 d’octubre del 2013

El proceso de adaptación


    El viernes pasado asistí a una charla organizada por MamaG, en la que la psicóloga Verónica Antón hablaba del periodo de adaptación. Me pareció muy interesante, por lo que he plasmado en este post el resúmen de sus palabras.
    Verónica nos explicó que el modo en cómo se produzca esta primera separación va a marcar todas las separaciones de la vida.
Existen una serie de mitos acerca de la separación:



·         El niño está adaptado cuando deja de llorar
·         La socialización pasa por llevar al niño a la guardería al año de edad.
·         La adaptación es progresiva.

Hay que tener en cuenta los procesos madurativo y evolutivo del niño; puede que no coincidan.
·         Respeto por los procesos vitales, ritmos, momentos evolutivos y madurativos del  niño.
·         Facilitar el proceso de auto-regulación.
·         Desarrollo afectivo construido sobre la base de vínculos seguros y estables.

    La relación que el bebé tenga con mamá marcará la manera del bebé de relacionarse con su entorno. Por lo tanto la relación Mamá-Bebé es la base, los pilares que sustentaran el resto de relaciones:
Relación con la sociedad
Relación con la família
Relación con el papá
Relación con la mamá
    El niño está preparado para separarse cuando mentalmente tiene la representación de mamá tanto física como emocionalmente, a partir de los 2 años. El niño es capaz de evocar a su mamá en la mente y puede acudir a este recuerdo o esta imagen cuando lo necesita.  Podría ser un buen recurso que el niño tenga al alcance una foto de sus papas antes de los 2 años.

    La separación pensada como una continuidad. Es importante que el adulto confie en la persona o centro dónde va a dejar a su hijo. El niño, nota si papá y mamá le dejan convencidos de que le cuidaran bien. Imaginemos que mamá lleva al niño a la guardería y le dice “te lo vas a pasar genial” y en cambio se va llorando…el niño percibe que mamá está triste. Es mejor decirle “mamá tiene que trabajar, me gustaría quedarme contigo pero no puede ser, cuando termine te vengo a buscar. Aquí te van a cuidar bien”.

    La confianza se construye en un espacio de tres:  Niño - Padres - Educador

    Los vínculos se construyen desde el placer, no desde el límite. Cuando un niño acude a un centro, la educadora no debe empezar la relación con éste desde el límite, diciendo lo que puede o no puede hacer, para eso están los padres en esos primeros días de adaptación. Es bueno además que sean los padres los que presenten el espacio al niño, que le inviten a explorar y exploren con él para ir dando paso poco a poco a que la educadora tome el relevo y establezca un vínculo con el niño mientras los padres se retiran paulatinamente. Si los padres no se retiran, la educadora no podrá establecer ese vínculo. Muchos papás necesitan tener a su hijo bajo su protección y no abren los brazos para que éste salga a explorar. El niño lo percibe y está claro que elige quedarse con mamá, serle fiel, en lugar de salir del territorio seguro.

    Los padres van confiando en los educadores cuando observan la relación entre su niño y el educador referente. Es decir, sabrán que cuando su niño llore el educador lo abrazará, si su niño está triste trataran de averiguar qué le pasa…eso se consigue durante el proceso de adaptación también para los padres.
    Para el niño, según la psicóloga Verónica Antón, es importante que el padre le presente el nuevo espacio.

    A partir de los 18 meses: la función paterna facilita la separación, es decir, el que ejerce esta función en la familia, normalmente el papá, es el que invita al niño a explorar. Es lo que comentaba de salir a explorar y volver al territorio de seguridad. En este caso papá sale más a menudo del núcleo familiar a trabajar y vuelve a él. El bebé ya se siente más autónomo y no es necesaria la presencia constante de mamá.
 
    Entre los 3 y los 6 años: En este punto, el niño ya percibe que no tiene cabida en la pareja, papá y mamá vuelven a ser pareja y no solo los progenitores, y necesita hacer cosas sin los padres para construir su personalidad. Busca completarse con otros niños y no con los papas. Por eso, a partir de los tres años es el mejor momento para la empezar en la escuela. Es en este momento cuando los niños empiezan a decir “tu no” o “vete”, no encuentran el mismo placer que antes a jugar con los papás y precisan de otros niños para el juego.

    La adaptación no pasa por la cantidad de horas, sino por el vínculo que construye con el referente. Un niño no puede estar 6 horas llorando o 6 horas sin jugar; el hecho que deje de llorar no significa que esté adaptado, puede ser resignación. Es bueno que los padres reconozcan sus propias emociones “ a mi también me gustaría estar contigo pero tengo que ir a trabajar”.

    El Educador debe procurar que el niño se sienta sostenido, poner palabras a las emociones del niño: “estas triste porque mamá se ha ido, pero luego vuelve”.

    Un momento a tener en cuenta, es el encuentro entre los tres, mamá-niño-educador. Debe ser mamá la que entregue a su hijo al educador y no el educador quien “arranque” al bebé de los brazos de mama´, ya que éste interpreta eso, que es una separación forzosa y no es mamá la que le deja voluntariamente sino que una tercera persona les separa.

    A mi modo de ver, cada niño sigue un proceso de adaptación diferente; mientras que unos necesitan mucho tiempo, otros no tanto, e igual sucede con los padres. La sociedad está montada de tal modo que no permite unos periodos de adaptación personalizados. Así pués, recomiendo mucha paciéncia, escuchar al niño, aunque todavia no hable tiene mucho que contarnos y sólo con una escucha respetuosa y un igual respeto a su proceso conseguiremos que pase por esta experiéncia lo mejor posible.

Para más información:

     Verónica Antón            MammaG         


EL PROCESO DE ADAPTACIÓN


    El viernes pasado asistí a una charla organizada por MamaG, en la que la psicóloga Verónica Antón hablaba del periodo de adaptación. Me pareció muy interesante, por lo que he plasmado en este post el resúmen de sus palabras.
    Verónica nos explicó que el modo en cómo se produzca esta primera separación va a marcar todas las separaciones de la vida.
Existen una serie de mitos acerca de la separación:


·         El niño está adaptado cuando deja de llorar
·         La socialización pasa por llevar al niño a la guardería al año de edad.
·         La adaptación es progresiva.


Hay que tener en cuenta los procesos madurativo y evolutivo del niño; puede que no coincidan.
·         Respeto por los procesos vitales, ritmos, momentos evolutivos y madurativos del  niño.
·         Facilitar el proceso de auto-regulación.
·         Desarrollo afectivo construido sobre la base de vínculos seguros y estables.


    La relación que el bebé tenga con mamá marcará la manera del bebé de relacionarse con su entorno. Por lo tanto la relación Mamá-Bebé es la base, los pilares que sustentaran el resto de relaciones:
Relación con la sociedad
Relación con la família
Relación con el papá
Relación con la mamá
    El niño está preparado para separarse cuando mentalmente tiene la representación de mamá tanto física como emocionalmente, a partir de los 2 años. El niño es capaz de evocar a su mamá en la mente y puede acudir a este recuerdo o esta imagen cuando lo necesita.  Podría ser un buen recurso que el niño tenga al alcance una foto de sus papas antes de los 2 años.


    La separación pensada como una continuidad. Es importante que el adulto confie en la persona o centro dónde va a dejar a su hijo. El niño, nota si papá y mamá le dejan convencidos de que le cuidaran bien. Imaginemos que mamá lleva al niño a la guardería y le dice “te lo vas a pasar genial” y en cambio se va llorando…el niño percibe que mamá está triste. Es mejor decirle “mamá tiene que trabajar, me gustaría quedarme contigo pero no puede ser, cuando termine te vengo a buscar. Aquí te van a cuidar bien”.


    La confianza se construye en un espacio de tres:  Niño - Padres - Educador


    Los vínculos se construyen desde el placer, no desde el límite. Cuando un niño acude a un centro, la educadora no debe empezar la relación con éste desde el límite, diciendo lo que puede o no puede hacer, para eso están los padres en esos primeros días de adaptación. Es bueno además que sean los padres los que presenten el espacio al niño, que le inviten a explorar y exploren con él para ir dando paso poco a poco a que la educadora tome el relevo y establezca un vínculo con el niño mientras los padres se retiran paulatinamente. Si los padres no se retiran, la educadora no podrá establecer ese vínculo. Muchos papás necesitan tener a su hijo bajo su protección y no abren los brazos para que éste salga a explorar. El niño lo percibe y está claro que elige quedarse con mamá, serle fiel, en lugar de salir del territorio seguro.


    Los padres van confiando en los educadores cuando observan la relación entre su niño y el educador referente. Es decir, sabrán que cuando su niño llore el educador lo abrazará, si su niño está triste trataran de averiguar qué le pasa…eso se consigue durante el proceso de adaptación también para los padres.
    Para el niño, según la psicóloga Verónica Antón, es importante que el padre le presente el nuevo espacio.


    A partir de los 18 meses: la función paterna facilita la separación, es decir, el que ejerce esta función en la familia, normalmente el papá, es el que invita al niño a explorar. Es lo que comentaba de salir a explorar y volver al territorio de seguridad. En este caso papá sale más a menudo del núcleo familiar a trabajar y vuelve a él. El bebé ya se siente más autónomo y no es necesaria la presencia constante de mamá.
 
    Entre los 3 y los 6 años: En este punto, el niño ya percibe que no tiene cabida en la pareja, papá y mamá vuelven a ser pareja y no solo los progenitores, y necesita hacer cosas sin los padres para construir su personalidad. Busca completarse con otros niños y no con los papas. Por eso, a partir de los tres años es el mejor momento para la empezar en la escuela. Es en este momento cuando los niños empiezan a decir “tu no” o “vete”, no encuentran el mismo placer que antes a jugar con los papás y precisan de otros niños para el juego.

    La adaptación no pasa por la cantidad de horas, sino por el vínculo que construye con el referente. Un niño no puede estar 6 horas llorando o 6 horas sin jugar; el hecho que deje de llorar no significa que esté adaptado, puede ser resignación. Es bueno que los padres reconozcan sus propias emociones “ a mi también me gustaría estar contigo pero tengo que ir a trabajar”.

    El Educador debe procurar que el niño se sienta sostenido, poner palabras a las emociones del niño: “estas triste porque mamá se ha ido, pero luego vuelve”.

    Un momento a tener en cuenta, es el encuentro entre los tres, mamá-niño-educador. Debe ser mamá la que entregue a su hijo al educador y no el educador quien “arranque” al bebé de los brazos de mama´, ya que éste interpreta eso, que es una separación forzosa y no es mamá la que le deja voluntariamente sino que una tercera persona les separa.

    A mi modo de ver, cada niño sigue un proceso de adaptación diferente; mientras que unos necesitan mucho tiempo, otros no tanto, e igual sucede con los padres. La sociedad está montada de tal modo que no permite unos periodos de adaptación personalizados. Así pués, recomiendo mucha paciéncia, escuchar al niño, aunque todavia no hable tiene mucho que contarnos y sólo con una escucha respetuosa y un igual respeto a su proceso conseguiremos que pase por esta experiéncia lo mejor posible.

Para más información:

     Verónica Antón            MammaG